El destino del Valencia estaba escrito y a pesar de que Koeman se empeño en no leerlo, este se cumple por encima de todo. No está hecho éste equipo para florituras, toque, 4-3-3 y caños para a galería. El Valencia tiene un esquema definido y adquírido hace 10 años y puesto en práctica desde entoces hasta la llegada del holandés. El Valencia no puede estar condenado a ser la imitación del Barça o el Madrid porque entonces se convierte en la sombra de si mismo. Este equipo tiene personalidad propia, una personalidad que el técnico se empecinó en desdibujar y cuyas consecuencias han apartado al equipo de cualquier aspiración de estar en la liga de campeones el próximo curso.
El equipo dió muestras con Quique de que el formato no estaba agotado sino en crisis, pero las crisis se superan con terapia. léjos de analizar los motivos, el club optó por la amputación. Al trauma psicológico se le añadió el físico. Doble trauma
Han sido 5 los meses necesarios para regresar a los origenes, al pressing, a la organización defensiva (excepción hecha de las habituales lagunas por falta de concentración que hay que trabajar), a los replegamientos solidarios y los despliegues vertiginosos en busca del premio deseado. Koeman solo gana cuando entrena al Valencia y siempre pierde cuando se empeña eN entrenar al FC Barcelona.
El vía crucis deportivo puede haber concluido en tan solo cuatro días, los que van desde la eliminación del Barça en Mestalla, hasta el asalto del Bernabeu. Parece evidente que para que exista resurrección se debe haber fallecido con anterioridad y eso exactamente es lo que ocurrió, aquel equipo que murió con la llegada de Koeman es el que ha resucitado. El otro, ese que trajo el holandés, mejor enterrarlo en el recuerdo y rezar para que jamás resucite.
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