Por Francesc S. Sorlí
David Silva se ha roto, esa es la noticia desagradable de la jornada. Concentrado con la selección española de Vicente del Bosque ha abandonado la concentración al confirmarse la lesión en los tobillos producida por un problema de calcificaciones.
Las calcificaciones en los tobillos no se producen por un mal apoyo, ni por un traumatismo, ni siquiera se producen por un sobreesfuerzo en un partido. El problema de Silva es común a muchos jugadores, se trata de un problema estructural que afecta a muchos futbolistas por la cantidad de partidos que acumula el calendario moderno.
Las calcificaciones se producen por forzar, en el caso de Silva, por forzar durante toda la pasada temporada, por forzar durante liga, copa, Champions, partidos clasifcatorios de la selección y la posterior Eurocopa. Demasiados minutos para un cuerpo frágil.
El jugador bien pagado es tan humano como el mal pagado, sus músculos se rompen con independencia de la ficha que cobren. Los huesos se resienten sin prestar atención a la cuenta bancaria del afectado y el cansancio es cansancio para todos por igual.
Pero en el fútbol moderno eso poco importa. El futbolista está bien pagado y por tanto obligado a jugarlo todo. Además, durante los últimos años el calendario futbolístico se ha ampliado por evidentes razones económicas. Así pues al error que años atrás cometió la Federación ampliando la primera división de 18 a 20 equipos más las liguillas de Champions y UEFA (con anterioridad eran eliminatorias a doble partido), la Intertoto y el descubrimiento de la gallina de los huevos de oro en forma de giras asiáticas, árabes o americánas, todo ello ha provocado que los jugadores de calidad acumulen tal cantidad de minutos en sus piernas que su cuerpo responde de la única forma posible, rompiéndose.
Algunos entrenadores,caso de Benitez, desde hace años intentan paliar la falta de descanso del jugador con continuas rotaciones que no siempre son entendidas por todos. La afición protesta si las estrellas no están sobre el tapete, las marcas presionan para que su publicidad esté presente en el campo y por ende el jugador que la porta, es decir, las estrellas. Por eso cada vez la carrera de los jugadores es más corta y por eso el esqueleto del deportista termina la carrera con una biografía de lesiones cada vez más extensa.
La exigencia se extiende a los preparadores físicos y a los médicos a los que se les exigen nuevas fórmulas para lograr un mayor rendimiento de deportista y una mayor resistencia a las lesiones. Las dietas son estudiadas con minuciosidad y un sin fin de recursos se ponen al servicio del jugador con un único fin, que siga jugando sin importar su estado de salud.
Todos deben aportar su grano de arena, todos excepto los organizadores de las distintas competiciones, las marcas publicitarias y los propietarios de los clubs. Todos excepto aquellos que llenan sus arcas con el esfuerzo del jugador. ¡Que siga el espectáculo!.

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