Una vez más la alineación chirriaba, los cambios chirriaban más aún, el árbitro perjudicaba a los de Unai; pero por encima de todo existió un handicap insalvable, la falta de motivación y la tristeza con que los valencianistas saltaron al terreno de juego.
El equipo dejó en la Romareda una imagen que puede ser el reflejo del fin de un ciclo; el ciclo de Unai.
Hoy el entrenador, cariacontecido desde el minuto uno del encuentro, ni siquiera dio su particular recital de gestos y aspavientos. Alicaido, cariacontecido, con la depresión reflejada en su rostro. Así comenzó la noche el de Hondarribia y derrotado, humillado. Derrumbado la terminó.
El Valencia no fue más que la viva imagen de su entrenador. Un cúmulo de despropositos, un sinsentido. Todo impotencia. Un equipo menor que acudió a la Romareda por imperativo legal, pero que dio la impresión de no haber regresado de Gelsenkirchen.
Llorente ya tiene trabajo. No solo para sustituir a un entrenador que ya ha ofrecido todo lo que podía ofrecer -que conste que nunca he cuestionado su honradez profesional- sino para rejuvenecer y remodelar una plantilla falta de caracter y carente de jugadores desequilibrantes; una plantilla sin un lider; tal vez porque la personalidad del entrenador ha inducido a ello. De lo que no cabe duda es que si Llorente quiere construir un equipo competitivo debe empezar a trabajar a destajo.
Pasará mucho tiempo para que el aficionado olvide este humillante 4-0, la imagen de impotencia en todos y cada uno de los jugadores del Valencia. Todos menos uno. Ricardo Costa, que fue sustituido a la media hora de partido, se retiro sonriendo, como si con él no fuese la cosa. Tal vez merece pasar una temporada junto a Miguel y el chori. Igual allí se le borra la sonrisa guasona.
Diez partidos, eso es lo que resta para que finalice este ciclo. Vamos a ver si la temporada llega a su fin de forma digna o si, por el contrario, comienzan a estallar bombas en cada rincón de la entidad. Vamos a ver si por una vez impera la cordura y no salta todo por los aires antes del verano. Esperemos que todos pongan un poco de buena voluntad porque mucho me temo que, en cualquier momento, se puede derrumbar este castillo de naipes construido sin base alguna y con el único criterio de vender lo bueno y comprar a coste cero.
Ante todo mucha calma, que diría Siniestro Total.
La verdad es que la mejoría fue un "oasis" en el desierto.
ResponderEliminarEl tercer puesto es una obligación que no genera ilusión... la afición está anestesiada y sigue al refranero español después de lo de Koeman "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer" ...una pena.
No esperaba que el Zaragoza logrará ganar al Valencia, los chés no estuvieron finos.
ResponderEliminarSaludos.