Una gran jornada para el club

El Villarreal perdió ante el Sevilla CF, con lo cual, las distancias entre el Valencia y los de la Plana se mantienen, eso sí, con tres puntos menos en juego. Quedan cinco partidos y la distancia es de seis puntos más el golaverage, es decir, estamos mejor que la pasada jornada, por el simple hecho de que quedan menos puntos en disputa. Esa es la lectura que hacen los mediocres.

Con los números en la mano, la jornada ha sido buena para el Valencia, sin embargo, las sensaciones son ineludibles. Hasta ahora, desde el consejo, desde la dirección deportiva, entrenador o plantilla se lanzaba el mensaje resultadista y a los que pedíamos más juego, mayor implicación, mejor predisposición para con el espectador, nos calificaban de demasiado exigentes, incluso, en algún caso, de antivalencianistas. Lo que hay que oir.

Pero lo del sábado lo cambió todo. El entrador dijo públicamente que jamás había sentido tanta vergüenza, ¿por qué?, según su teoría, debería haber esperado al día de hoy para hacer la rueda de prensa y así decir que lo del sábado no estuvo tan mal, que con la derrota del Villarreal, la jornada ha sido beneficiosa para el VCF.

Y es que todo tiene un límite y en este club se ha sobrepasado con demasiada frecuencia. Un tercer puesto no puede esconder la dolorosa eliminación de copa, encajando cuatro goles en la segunda mitad; como tampoco puede esconder la dolorosa eliminación de champions ante un equipo al que pudieron vapulear, del mismo modo, ser el primero de los mortales (menuda falacia) no puede esconder el ridículo hecho en Zaragoza o el más reciente ante el Real Madrid.

El club se ha quedado desnudo, y sí, somos terceros pero, los Banega, Miguel, Fernandés, chori, Vicente y compañía han demostrado públicamente que se pasan la disciplina y el buen nombre del club por la entrepierna. El resto tampoco se escapa. La ley del mínimo esfuerzo pone en evdencia que ni sienten, ni padecen. Mientras tanto, tu sigues dejándote el dinero y tus sentimientos por un club que un día fue grande y en el que hoy gobiernan los sátrapas y  habitan los caraduras.

La decadencia del Valencia es evidente. Solo un ciego se agarraría al tercer puesto para defender que la sociedad che vive saludablemente. Ya ha pasado el tiempo suficiente como para seguir justificando el inmovilismo actual por la incalificable gestión del anterior dueño del club. Putrefacta, antigua, sin esperanza de cambio, sin ambición, viviendo de su pasado y a la espera de que sus rivales directos, ahora en horas bajas, sigan cosechando descalabros para maquillar las vergüenzas propias. Así es la sociedad anónima que gobierna Llorente.

 Un club con un presidente que ni siente ni padece lo que le ocurre al club, un presidente que en lugar de poner los duros, como en su momento se le reclamó al bueno de Tuzón, se los lleva legalmente a cambio de mantener al enfermo en la UVI. Lo peor de todo es que la mediocridad y la falta de ambición se contagia rápido, no hay más que ver en lo que se ha convertido la sociedad valenciana y sus dirigentes. En el fondo, el club no es más que el espejo del alma.