Unai Emery lo ha vuelto a hacer. Cuando parecía que el de Hondarribia estaba tomando el mando del grupo, una vez más, las cosas se tuercen y su exceso de benevolencia le resta autoridad. Las salidas de todo tipo, de tono, nocturnas, etc de Miguel Brito (sobradamente conocidas) habían derivado, este verano, en la petición expresa de su salida del club por parte de Unai.
Así lo quería Unai y así lo quiso Braulio, pero la incapacidad para desprenderse de jugadores, sin abonarles la totalidad de los contratos, quedó manifiesta una vez más. Se llegó al último día del periodo de traspasos y se jugó con el tiempo como arma de desgaste para que Miguel rebajase sus pretensiones y aceptase salir con una indemnización menor al año de contrato que le resta, pero la táctica fue inocua. Como en otras ocasiones, Miguel se quedó.
El primer partido de liga llegó y con él la primera de la temporada para Miguel. El Portugués montó una juerga de las que acostumbra, con familiares y amigos (tal vez para celebrar que no estaba convocado) que terminó a altas horas de la madrugada. La temporada no había hecho más que arrancar y Miguel volvía las andadas. La cabra tira al monte.
Apartado del equipo, el lateral derecho del Valencia, siguió con su táctica de autismo habitual. Sabe quien le entrena y no se equivoca al estirar la cuerda de ese modo. Antes o después el entrenador de las mil y una oportunidades le iba a perdonar. Y no se equivocaba el portugués.
Unai afirma ahora que si entrena bien jugará. Una nueva bajada de pantalones que, contrariamente a lo que algunos pueden pensar, no suma a un jugador sino que resta autoridad (la que le quede) al entrenador. Miguel dejó de ser jugador del Valencia hace muchísimo tiempo, intentar recuperarle ahora es perder tiempo y energía, darle la titularidad es menospreciar a los compañeros que trabajan a diario para estar en el once inicial y desprestigiar a un entrenador que ha perdido parte de su credibilidad con este tipo de acciones. Unai es lo que en el argot futbolístico se denomina un "entrenador madre" y es eso lo que le impide crecer en, cuanto a autoridad se refiere, en el interior del vestuario.
Pero nada de esto sucedería si, quien tiene que hacer su trabajo lo hubiese hecho en el mes de julio. Lo siento, Braulio, las cosas son como son
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Amen hermano! En el caso Miguel no hay lugar para contemplaciones. Es un cara dura, mil veces demostrado y se aprovecha de la bondad de Unai. Pero es que aquí Unai no tiene perdón, porque de bueno pasa a tonto.
ResponderEliminarLo malo es que aún hay gente que cree que es mejor que juegue Miguel que los otros, simplemente porque se le presupone mejor.
Y yo pregunto, ¿cuantos partidos ha ayudado a ganar Miguel? ¿cuantos a perder?
¿En serio os parece tan bueno, como para perdonárselo todo todo y todo? Yo no lo veo así, de hecho, hace tiempo que lo veo mediocre incluso deportivamente hablando.