El show de Miguel Brito

Miguel Brito llega tarde a un entrenamiento. Hasta aquí, todo normal. Si, todo normal. El portugués lo ha vuelto a hacer y ya van, quién sabe cuantas van. El lateral derecho del Valencia salió de fiesta el pasado Sábado después del partido de Vallecas, en el que se quedó fuera a última hora. No contento con salir de fiesta cuando el reglamento se lo prohibía, Miguel llegó tarde al entrenamiento matinal del día siguiente. Tampoco esto sorprende a nadie. En realidad sorprende más que haya tardado tres meses en volverlo a hacer.

En el club, acostumbrados a las andanzas del portugués, y sabedores de que siguen secuestrados por el mismo (no hay nadie que pueda disputarle la titularidad) optaron por hacer la vista gorda y permitir que el jugador dijese que andaba con molestias en la cadera. Pero el médico lo desmintió. Tampoco la comunicación interna funciona y gracias a ello nos enteramos de muchas chapuzas.

Unai no esta por la labor de sancionar al jugador. El entrenador sabe que el equipo  pasa por un buen momento y teme que de nuevo salten las alarmas, que el vestuario se vuelva a envenenar, que los clanes comiencen a actuar como tantas y tantas veces lo han venido haciendo. Utilizar la táctica del avestruz parece ser lo más conveniente  para evitar revueltas, piensan en el club.

Pero no es así. No importa que el partido del Chelsea esté a la vuelta de la esquina, lo venimos diciendo desde hace años, es indignante que un club tenga cogido a un club por sus partes blandas y apriete y afloje según le venga en gana sin que las indisciplinas tengan el castigo ejemplar correspondiente.

Otra vez hay que tragar con el portugués. Otra vez hay que decirles a Bruno y a Barragán que Miguel resacoso es mejor que ellos. Otra vez tenemos que sentir vergüenza como aficionados porque nuestro club se arrodilla ante un tipo que pasa del fútbol, que no respeta su profesión, ni a su club, ni a su afición. Otra vez tendremos que soportar que nos tachen de mala afición cuando el portugués se ahogue en mitad de una carrera y le silbemos. Otra vez reducimos el club a la más mínima expresión y de nuevo por culpa del portugués.

Estos son los males de siempre, los que no podrán curar ni Unai ni Llorente porque han sido sometidos demasiadas veces a la voluntad de gente que ni siente ni padece, que se los lleva calentitos  y se rie en su cara, en la nuestra, en la de todos, en la del Valencia Clúb de Fútbol.

Aún habrá quien justifique algunas actitudes. Estamos seguros de que será así.

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