Valencia Club de Fútbol. Una estructura ruinosa anticuada

El Nuevo Mestalla hasta el momento ha generado más problemas que beneficios

El Valencia CF está atravesando una de las etapas más difíciles de su historia, eso es algo que a pocos se les escapa. La inestabilidad social y económica en la que el club está inmerso los últimos años ha terminado por afectar al equipo tanto en los resultados obtenidos (décimo puesto en la liga y apeados de la Liga de Campeones a las primeras de cambio) como a la configuración de la plantilla 2008-09 en la que no ha habido incorporaciones significativas. Ello demuestra que la crisis afecta a todas las estructuras del club y que pese a la imagen de estabilidad que pretenden transmitir tanto el presidente Vicente Soriano, como el Vicepresidente Fernando Gómez, lo cierto es que el futuro del club valencianista pende de un hilo.

El mes de agosto ha servido para frenar la desbandada de las estrellas del equipo, algo que a principios del mes de julio parecía casi una utopía. El mes de septiembre se presenta como crucial para la historia del club. Las operaciones de la venta de los terrenos del antiguo Mestalla y la venta del terciario del nuevo estadio a la empresa Arena, se presentan como las operaciones cruciales que deben salvar al club.

Léjos queda la operación Porxinos, que apenas dos años atrás se presentó como la panacea pero que de inmediato se demostró que no tenía la envergadura necesaria para cubrir siquiera una décima parte de la deuda que arrastra el club. Las dos operaciones que ahora se afrontan, para que la deuda del club pueda liquidarse por completo, deben suponer unos ingresos de cercanos a los 780 millones de euros, algo que se presume ciertamente complicado a cuenta de la crisis del sector inmobiliario y el descenso de los precios del sector inmobiliario.

Pero aunque se alcanzasen dichas cifras, el problema del Valencia no quedaría del todo resuelto. Los recursos que el club generará con el nuevo estadio ya no entrarán en caja sino que irán directos a las cuentas de Arena y ya no quedarán más terrenos que vender, con lo que el club deberá pensar en generar ingresos de un modo distinto al empleado hasta ahora, ya que genera ingresos muy inferiores a los gastos.

Para ello el club valencianista tiene varias opciones por las que decantarse, veámos:

- Fomentar el ascenso de jóvenes canteranos a la primera plantilla con el fin de reducir el gasto por fichas y el pago de grandes traspasos. Esta opción requiere de varios años de trabajo para que fructifique y hasta el momento ni se está haciendo ni se están asentando las bases para que ello se produzca en un futuro inmediato.

- Fichaje de jóvenes valores a bajo precio a los que vender cuando exploten futbolísticamente, a precio de estrella consiguiendo sacarles tanto una rentabilidad deportiva como económica. Esta opción es inviable por el momento porque la secretaria técnica del club es inexistente o prácticamente inexistente y anticuada.

- Generar recursos a través de la publicidad. Esta opción puede ser rentable a corto plazo, pero para ello se necesita incorporar un equipo especialista en marketing y en abrir nuevos mercados. Actualmente el merchandising del Valencia apenas cubre las demandas de la comunidad y se limita a un número escaso de tiendas del club en escasas localidades. Aquí hay un filón por explotar pero es poco probable que los actuales dirigentes lo entiendan.

- Otra de las acciones que pueden generar ingresos y que e club no está aprovechando es la forma en la que se redactan los contratos de los futbolistas. En aquellos casos en los que, tras un estudio serio de la situación, se crea conveniente, hay que realizar contratos en los que la propiedad de la imagen del jugador sea del Valencia CF en su totalidad o al menos en parte. Estamos muy léjos de ello.


Estos son algunos de los puntos débiles por los que el club no genera los potenciales recursos que le ayudarían a mejorar su situación económica.

El problema es evidente:

Aunque alguien pague nuestras deudas y partamos de nuevo con el balance de cuentas equilibrado, si continuamos gastando más de lo que ingresamos, las deudas aparecerán de nuevo en nuestro balance. Así que las operaciones de la venta de terrenos y del terciario del Nuevo Mestalla no pueden cegarnos ante la evidencia de que el Valencia CF es un club deficitario.

Por último, otro de los aspectos reseñables es la presunta imposibilidad de pago de las acciones del club por parte de Vicente Soriano al actual accionista mayoritario, Juan Soler. Si llegado el mes de diciembre, éste no hace efectiva la cantidad de 72 millones de euros, su presidencia caducará y se entrará en un nuevo periodo de inestabilidad social, algo muy poco recomendable dada la delicada situación por la que atraviesa el club.

Por tanto, y sin ánimo de ser pesimista, a los que lanzan las campanas al vuelo y afirman que todos los problemas se resolverán con la firma de las dos grandes operaciones, decirles que el presente y el futuro del club es mucho más complejo que eso y que la única forma de resolverlo es ponerse manos a la obra, desde hoy mismo, creando las bases de un club serio, con una política deportiva y económica definida y estable, una política de club para los próximos veinte años de vida. Lo demás es pan para hoy y hambre para mañana.

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