Cuando apenas han pasado 12 horas de mi regreso a Atenas me siento ante el ordenador pienso en que escribir. La nueva lesión de Edu, la falta de gasolina de Baraja y Albelda, el correr sin sentido de Maduro y Fernandes, las continuas lagunas defensivas del equipo...
Podría escribir del bajo rendimiento de Pablo Hernández, de la incapacidad para mantener la puerta a cero del equipo, de la alarmante baja forma de Marchena o de las pájaras de Miguel.
Se me ocurre que podría escribir de las alineaciones de Unai, de su cabezonería, de los incoherentes cambios que realiza durante los partidos, incluso podría hablar del regreso de Angulo al once titular (siempre acaba jugando Angulo). Podría analizar las razones por las que Carletto no debuta o la conveniencia del fichaje de Cesar (no ha terminado a cero en ningún partido)
Podría hablar de la falta de liquidez del club, del famoso préstamo que puede acabar de hundir al club en las tinieblas, de las promesas incumplidas de Soriano o de las zancadillas de Soler. Podría hablar de la censura del club a algunos periodistas, tal vez podría escribir un artículo sobre la falta de cobro de los jugadores y la repercusión que ello pueda tener en su inmediato rendimiento sobre el terreno de juego.
Podría hablar del rumor de municipalización del nuevo Mestalla o de las últimas cinco derrotas a domicilio, podría hablar de tantas cosas....
Pero hoy solo me apetece pensar en que tal vez (deseo utópico), el Valencia pueda dejar de dar carnaza a todos los que nos odian y se cada uno comience a dedicarse a lo suyo, es decir, a cumplir su función con competencia y corrección.
Me agota el hecho de que nadie en este club, absolutamente nadie, esté haciendo la labor que le correspondería y que suenen las excusas y la palabreria de forma constante como único recurso para justificar la mayor de las ineficacias posibles.
Que se vayan todos si lo han de hacer o que trabajen como debieran (si es que saben, lo cual dudo mucho) y sobre todo, un consejo:
que se callen de una vez aquellos que solo saben decir estupideces. A veces el silencio es tan hermoso...
Damià callate ya, Soriano cállate ya, Unai cállate ya... el silencio es mucho más placentero que vuestras palabras vacias.
El problema es que después de la aniquilación sólo se escucha el silencio.
ResponderEliminarA lo mejor es hora de empezar a "gritar" a todos los que nos toman el pelo.
ResponderEliminarBen cordialment