Fernandes y Villa mantienen viva la esperanza ché

La ida de los cuartos de final de la Europa League, respondió al guión previsto. Partido intenso en el que la estrategia brilló por su ausencia, partido en el que sobraban los entrenadores, las defensas y los centros del campo... Se dejaba todo así a la efectividad atacante, algo en lo que el Valencia, aunque pareja increíble por lo hombres que tiene, se muestra romo como pocos equipos de su nivel.
Asedio ché
En este estado de locura, en el que el Valencia suele entrar en este tipo de partidos, el At de Madrid decidió mantenerse atrás y no fajarse en un intercambio de golpes sin freno, al menos durante los primeros minutos de partido. El empuje ché y la táctica del contragolpe de los de Quique, metía a los rojiblancos en su propia área, las ocasiones se multiplicaban para un equipo que no encontraba en los Pablo, Mata, Silva y Villa, a los artilleros que todos esperamos ver.
Sin presión defensiva
Pasaban los minutos y el acoso ché se veía contrarrestado por contraataques, cada vez más frecuentes y peligrosos, en los que los Jurado, Simao, Agüero y Forlán, ponían en evidencia las carencias de los valencianistas y que Cesar abortaba una y otra vez con la solvencia acostumbrada.
Si algo se echó de menos, además de la eficacia de goleadora ché, fue la presión sobre la salida del balón de los colchoneros, lo cual ponía en serias dificultades a la retaguardia valencianista. El At. de Madrid, con espacios y sin presión, es un caballo desbocado difícil de parar.

Así, con las vergüenzas al descubierto y con escasa ayuda defensiva de los cuatro de arriba, Fernandes y Baraja redoblaban esfuerzos para ayudar a su zaga y evitar lo que parecía inevitable; era cuestión de tiempo que el balón acabase en el fondo de una de las dos porterías.

Se rompe la igualdad
Eso sí, el marcador tardó en variar más de lo previsto, pero dada la inoperancia goleadora del Valencia, era de esperar que fuesen los de Quique quienes inaugurasen el electrónico.

Y este llegó cuando se cumplía la hora de partido. Fue Forlán quien culminó una jugada de contragolpe que pone en evidencia a Unai Emery y a su fama de estratega y de entrenador trabajador. Desde su llegada al Valencia, los corners a favor se han convertido en un obstáculo para el equipo; dos de cada tres saques de esquina se sacan en corto, nunca acaban en gol y en muchas ocasiones generan una contra que pone en jaque a la defensa ché.
Lo de ayer fue absurdo, ridículo e indigno de un equipo de este nivel. Una cosa es no tener a la defensa titular y otra es dejar al equipo desguarnecido de esta manera en una jugada a balón parado, a favor, en la que el posicionamiento del equipo lo domina uno mismo y uno mismo marca cuando y como se ejecuta dicha jugada.
Fernandes se reivindica
Con el marcador en contra, el Valencia se sintió tocado, pero no hundido. Siguió intentándolo, con los mismos errores de siempre, intentando entrar hasta la cocina del rival, con innumerables pases dentro del área atlética, con lo que la defensa rojiblanca se limitaba a acumular hombres atrás para disimular su inoperancia defensiva. Tal vez por eso el gol del empate llegó precisamente desde fuera del área, con esplendido chut de Manuel Fernandes que de derecha a izquierda, se fue alejando del alcance de Egea y acabó entrando en la portería ajustado a la cepa del poste rojiblanco.
El Valencia ponía las tablas pero no aprendía de sus errores, seguía obcecado en poner las ocasiones, fallar los remates, intentar llevar el balón en los pies hasta la misma línea de gol de Egea y en dejar desguarnecida la zaga.
Defensa de patio de colegio
El 1-2 llegó a la salida de un córner, dejando en evidencia, una vez más, lo poco o lo mal trabajado que está el Valencia en la faceta defensiva. Un balón al corazón del área pequeña, tres jugadores valencianistas marcándose entre sí y Antonio López rematando sin oposición a dos metros de la puerta defendida por Cesar.
Una vez más, las bajas no son excusa, un equipo de primera división, del nivel del Valencia; un equipo que está tercero en la tabla y jugándose el pase a semifinales de la Europa league, está obligado a tener una plantilla en la que todos y cada uno de sus integrantes sepan cómo se defiende un córner. Es inadmisible que jugadores profesionales no tengan claros los conceptos tácticos básicos del deporte al que se dedican y eso es lo que está ocurriendo con muchos de los integrantes de la plantilla ché.
De nuevo a remontar
El Valencia, una vez más por detrás del marcador, siguió con las mismas, sin variar el guión porque no tiene otro. Unai dio entrada a Nicola Zigic y a Vicente, que dieron algo más de mordiente al ataque, pero el problema del Valencia no había sido el de generar situaciones de peligro sino el de concretarlas.
Zigic actuaba de poste, tocando balones que le llegaban por alto para que sus compañeros intentasen de forma infructuosa llegar a la cocina rojiblanca. Vicente fue un soplo de aire fresco. Los pocos minutos que estuvo sobre el campo, desbordó en tres o cuatro ocasiones a su par y se metió hasta la línea de fondo, creando verdadero peligro. Por unos instantes recordó a aquel Vicente al que se le apodó como el "puñal de Benicalap".
Villa devolvió la esperanza
Pero no hay más cera que la que arde y es por eso que el único que podía alterar el orden establecido de las cosas era el de siempre, el guaje Villa que, hasta ese momento había fallado más ocasiones que de costumbre, pero que no se resigna a marcharse al vestuario sin haber sumado su gol particular.

Jordi Alba y Vicente rompían la banda derecha de la defensa atlética con una fenomenal combinación que acabó por culminar el asturiano en lo que sin duda fue un gol que devolvía la esperanza a los 50.000 valencianistas que ayer llenaron Mestalla.
El aficionado ché se marchó a su casa pensando que se había desperdiciado la oportunidad de sentenciar la eliminatoria, de haber sido más eficaces, por el número de ocasiones claras generadas, los de Unai podrían haber puesto un marcador en franquicia para no sufrir en la vuelta. Pero el aficionado colchonero se quedó con el mismo sabor de boca, y es que la actitud defensiva del Valencia fue tan lamentable que los de Quique pudieron matar el partido en más de una ocasión.
Todo queda para la vuelta, el próximo jueves en el Calderón, en una eliminatoria que, visto lo visto, se llevará quien menos errores cometa en ataque, porque en defensa está claro que ambos los van a cometer.