Valencia Cf - Villarreal. La copa de la personalidad

Valencia y Villarreal se enfrentan ésta noche en Mestalla, a partir de las 22 horas, en el partido de ida de la Copa del Rey.

El derbi autonómico servirá para despedir un año en el que el equipo Valencianista, a pesar de haber terminado tercer en la pasada campaña, estar vivo en las tres competiciones en la actual y cuarto en la liga; no ha conseguido enganchar a una afición que sigue sin saber a que juega su equipo.

La irregularidad en el juego ha sido una de las características que han venido definiendo al equipo de Emery, las continuas indisciplinas de jugadores y los consecuentes castigos, que dependiendo del infractor han ido variando en dureza, han hecho que el equipo muestre una imagen fragmentada y sea incapaz de conectar con el graderío del viejo Mestalla.

Los resultadistas, después de la victoria “in extremis” en Anoeta, sacan pecho. Los que quieren algo más, tal vez conscientes del potencial real del equipo, les exigen más concentración, líneas más juntas, un estilo definido y mayor intensidad y compromiso, no sólo durante los 90 minutos sino durante toda la semana.

Pero en esta entidad se ha bajado el listón de forma “escandalosamente escandalosa” que diría Manuel Llorente, se acepta como algo natural no haber ganado a ninguno de sus rivales directos a domicilio en los últimos tres años. Valga la estadística que indica que de 30 puntos posibles el Valencia sólo ha conseguido dos; sendos empates ante el Sevilla hace dos temporadas y ante el Villarreal en la presente campaña.

Pero no sólo se acepta la inferioridad con los rivales directos, ver sufrir al equipo ante rivales como la Real Sociedad, Osasuna, Sporting, Mallorca o Racing en Mestalla se ha convertido en norma habitual. El público comienza a asimilar de forma peligrosa que éste es su Valencia, un equipo que juega a ramalazos y que gana partidos a base de fortuna o de algunos momentos de inspiración, jamás a base de buen juego continuado durante los noventa minutos.

Otro dato significativo es el hecho de que la afición valencianista, con dolor y resignación, acepta en su gran mayoría, que el vecino amarillo tiene mejor plantilla, ha conformado mejor equipo y juega mejor.

Las declaraciones de Unai en rueda de prensa, recalcando que el equipo que tiene historia, afición y títulos es el Valencia no hacen más que corroborar la preocupación que existe en el seno del club por la situación que se está atravesando. Si el Valencia se sintiese con la superioridad acorde a su historia no necesitaría hacer públicas este tipo de declaraciones.

El entrenador no ha repetido alineación en las 16 jornadas que se llevan disputadas en liga; en champions y copa, más de lo mismo. Resulta imposible predecir un once inicial una hora antes del inicio de un encuentro y los jugadores pasan de imprescindibles a ver los partidos desde la grada en un suspiro y en muchas ocasiones sin que la grada pueda entender la razón.

Sin duda, el equipo tiene calidad, de lo contrario y con todos los problemas que arrastra, no podría mantenerse vivo en champions y en la cuarta posición de la liga, pero no es menos cierto que carece de personalidad, esa que Unai promete mostrar esta noche ante el Villarreal.

Para lograrlo, se necesita coherencia en las decisiones, en las alineaciones, en el estilo de juego, en la forma de repartir premiso y castigos en el grupo; se necesita que todo ello se aplique durante un largo periodo de tiempo y que el entrenador sea capaz de hacerse respetar por el grupo y que el grupo crea en él.

Sin todo esto, el equipo seguirá abocado a la mediocridad, a los continuos líos de vestuario, a la irregularidad en el juego y sobre todo, seguirá dependiendo en exceso del rendimiento individual de algunos jugadores para seguir consiguiendo resultados que le mantengan vivo en las competiciones.

Mientras esperamos que dicho trabajo comience a realizarse, no queda más que creer a Unai y esperar que esta noche el Valencia venza al Villarreal con disposición ofensiva y mostrando gran personalidad, aunque sea por un solo día, aunque sea por casualidad.