Arranca la semana decisiva para la continuidad europea del
Valencia y lo hace con muchos interrogantes. Es cierto que el equipo, desde que
llegó Valverde, ha recuperado el tono. Pero no es menos cierto que la situación
del equipo está muy lejos de ser la idónea.
La renovación de Valverde
Para empezar, el hecho de que Valverde esté
dando largas a su posible renovación no es más que la consecuencia directa de
la inestabilidad social y económica que vive el club. Valverde quiere dirigir
un proyecto estable, un proyecto en el que se le garanticen unos mínimos de
calidad en la plantilla para, a partir de ahí, aceptar las
exigencias históricas que tiene el club.
Que nadie se equivoque, para el txingurri lo
importante no es el dinero, al menos no es lo que ocupa el primer lugar en su
escala de valores.
Yo seguí muy de cerca la trayectoria del
técnico valencianista en su etapa en Olimpiakós y sus desavenencias con
kokkalis, el entonces dueño del club del Pireo, fueron exclusivamente
deportivas. Valverde no pide cracs pide que le dejen trabajar y creo
que se le está atosigando para que renueve sin ofrecerle nada a cambio.
Para que lo entendamos todos, las situaciones
convulsas no van con Valverde y digo esto para aquellos que públicamente
afirman no entender al técnico extremeño alegando que "el Valencia seguirá
siendo el Valencia". El entrenador no duda de eso, sus dudas giran en
torno a la estabilidad que pueda tener su proyecto, es decir, si tendrá que
tragar con algunos huesos que impiden crecer a la plantilla o si se venderán
los dos o tres jugadores que sostienen en pie al equipo. A día de hoy, nadie es
capaz de asegurarle nada.
Parece ser que Llorente quiere dar la noticia
de su renovación esta misma semana, tras el regreso de la expedición de la
capital francesa. Ojala sea así y Valverde se quede muchos años porque de
inmediato veremos a otro Valverde, el que trabaja también a largo plazo y da
más oportunidades a jugadores de la cantera.
Derrotar al PSG
Enfrentarse al PSG en su estadio y con un
marcador en contra (1-2) no es la situación ideal para un equipo que sigue
sufriendo ante equipos de primer nivel. El club intenta vender ilusión, es su
obligación, pero la realidad es la que es, y si bien es cierto que en
fútbol y a un partido todo es posible, todos sabemos que el Valencia viaja a la
capital francesa con escasísimas opciones de pasar a cuartos.
Con bajas en defensa, con un centro del campo
sin consolidar y con continuos bailes de nombres, y con una delantera en la que
casi todo se fía a la efectividad de un hombre, se me antoja que la
contundencia de los galos se impondrá en el terreno de juego.
Aunque Ibraimovic no esté sobre el campo, los
Lavezzi, Pastore e incluso Gameiro pueden poner es serias dificultades a la
contra a un Valencia que está encajando demasiados goles y que tiene
dificultades para concretar las oportunidades de gol.
Ramí volverá a ser baja, también lo es
Ricardo Costa, lo que de nuevo lleva a Mathieu a ocupar la posición de central
y a Guardado la de lateral. Demasiadas concesiones ante un equipo que si por
algo se caracteriza es por su contundencia arriba.
A pesar de que el equipo necesita marcar dos
goles para tener esperanzas, Valverde sabe que salir al ataque sería casi casi
un suicidio, por eso, jugar con inteligencia y con un centro del campo poderoso
puede ser una de las claves del partido.
Si existen posibilidades de realizar la
hazaña, estas pasan por cerrar filas, evitar las contras francesas y esperar el
momento oportuno, jugando con pases rápidos, dando velocidad al balón y
abriendo el campo a la espera de que el rival cometa algún error.
La velocidad en las bandas de Feghouli,
bastante por debajo de su mejor nivel y de Canales, que aún no ha alcanzado su
mejor juego, serán fundamentales para que Jonas y Soldado dispongan de balones
en buenas condiciones. A partir de ahí, confiar en la efectividad de ambos o en
una jugada a balón parado, bien sea por mediación de Parejo o incluso de Tino
Costa, que puede tener su oportunidad de inicio.
Una gesta, un sueño
Seguir en la competición sería lograr una
gran gesta. El valencianismo es consciente de que las posibilidades son
reducidas y de que el rival es mejor, pero no hay que olvidar que no siempre
gana el equipo que lleva el cartel de favorito, no hay más que recordar la
eliminatoria ente el Schalke que sin hacer nada apeó a un Valencia que pudo y
debió eliminar al equipo alemán.
Pasar a cuartos supondría consolidar la
mejoría del equipo desde la llegada de Valverde, la mejor noticia para hacer
pública su renovación y por qué no decirlo, recuperar prestigio en Europa y una
buena inyección económica para las necesitadas arcas del club.
Motivos no faltan para viajar a París con un
sueño, falta hacerlo realidad.
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