Nuestro Valencia CF cumplió ayer 94 años de existencia, toda una vida ajetreada, llena de éxitos y sinsabores pero una vida, al fin y al cabo, que nos ha permitido soñar e ilusionarnos desde el momento en que tomábamos conciencia de nuestra propia existencia.
El de este año ha sido un cumpleaños más. Un cumpleaños sin más. Podía haber sido un gran cumpleaños, en el que el club exhibiese una hermosa sonrisa y transmitiese vigor y fortaleza, pero parece que aquellos a quienes en su día se les encargó cuidar de él, hace tiempo que decidieron abandonarlo a su suerte y claro, el resfriado se convirtió en pulmonía y a falta de medicamentos esta se hizo crónica, hasta el punto de que nuestro Valencia respira con verdaderas dificultades y sin asistencia alguna.
A su alrededor deberían velar por su salud los doctores, enfermeras, fisioterapeutas... ayudando a su recuperación. Pero el Valencia no es más que un fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos y es por eso que, a día de hoy, está rodeado de banqueros frotándose las manos con los impagos, especuladores esperando obtener tajada de la herencia del enfermo y políticos a los que , en su precipitada huida, se les van cayendo de los bolsillos rotos los billetes de dudosa procedencia obtenidos, en no pocas ocasiones, a costa de la salud del propio enfermo.
Mientras tanto, con el sabor amargo de que deja un aniversario en estas condiciones, la afición (únicos familiares y amigos incondicionales del club) asisten atónitos a la escena, viendo como en vez de suministrarle fármacos que alivien la dolencia, quienes le rodean, se dedican a extraerle sangre y a arrancarle riñones, pulmones sin piedad alguna. Lo están matando al tiempo que se auto proclaman expertos cirujanos sin siquiera haber pisado la Facultad de medicina y sin tener idea de lo que significa el juramento hipocrático, ese por el cual todo médico se compromete a asistir, que no a expoliar, a cualquier enfermo que lo necesite.
El aficionado despierta a diario esperando la noticia de que el maná que salvará al Valencia está en camino, que el club recupera sus constantes vitales, que se levantará de la cama y comenzará a caminar de nuevo. Pasan los días y el fármaco milagroso no llega, ni de México ni de Arabia Saudi. No hay píldora milagrosa que lo venga a resucitar. No existe el maná.
Cuando la enfermedad comienza a extenderse por los órganos vitales del club, a su alrededor no quedan más que charlatanes y buitres carroñeros, lobos hambrientos, leones, depredadores que esperan llevarse los restos mientras aceleran su muerte a base de dentelladas en la yugular. ¿Cómo podríamos celebrar un cumpleaños en estas condiciones?.
Por eso, es tiempo de pasar a la acción, de que el aficionado de un paso al frente y que se busquen los mecanismos necesarios para, en primer lugar, alejar del club a quienes lo han llevado a la UCI y en segundo lugar, expulsar de las inmediaciones a los buitres que esperan aprovecharse de los restos y a los falsos curanderos, vendedores de pócimas milagrosas que no sirven de nada.
Es el momento de actuar, de ejercer presión para que, con urgencia, se suministre oxigeno a un club que merece seguir cumpliendo años rodeado de sus seres queridos, que no son otros que quienes lejos de pensar en obtener beneficio, siempre están a su lado para ofrecerle aliento, en la victoria y en la derrota, en la salud y en la enfermedad...
Es hora de sumar esfuerzos, de aparcar diferencias, de analizar cuales son las medidas de urgencia que se pueden tomar. Rescatar al club de quienes lo asfixian y a partir de ahí trabajar con humildad y esfuerzo para que podamos seguir celebrando cumpleaños con salud y energía, contentos de la mejoría de nuestro Valencia y a salvo de las garras de quienes se han venido aprovechando de él.
About Syed Faizan Ali
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