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Valencia CF. Razones de un fracaso deportivo


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El Valencia ha pasado de ser temido a encadenar ridículos

Analizar la contundente derrota encajada por el Valencia Cf en el Calderón se presenta como una tarea bastante inútil y poco productiva. Y digo esto porque, en mi opinión, los análisis se hacen para extraer conclusiones y, en base a las mismas, corregir defectos y mejorar.

Es eso precisamente lo que no sucede en el Valencia desde hace años. Se hacen análisis, o eso nos cuentan, pero no se extraen conclusiones válidas ni se corrigen defectos, al contrario, estos van en aumento.

Debatir ahora sobre la capacidad de Miroslav Djukic como entrenador es un ejercicio que serviría para rellenar unas líneas pero que aportaría bien poco al esclarecimiento de la situación del VCF. Lo mismo ocurrió con Pellegrino y su nueva trayectoria en Argentina da a entender que, si hay mimbres, tiene capacidad para entrenar.

Para entender qué es lo que realmente sucede en el VCF habría que hacer un ejercicio de memoria y retrotraernos a la época en la que el equipo ganó los títulos, estoy hablando de la época dorada del club, de las dos ligas, la Copa del rey, la UEFA y la Supercopa de Europa. 

En aquel momento se vendió que el equipo era un bloque y que, careciendo de estrellas de primer nivel, se podía reinar en la liga española y en Europa. Aquellas afirmaciones sirvieron de coartada perfecta para quienes vinieron después.

Para Soler primero y Llorente después, se había abierto la veda; el VCF podía vender a sus estrellas a cambio de importantes sumas de dinero, que después no se reinvertían en refuerzos de calidad similar sino en medianías que llegaban al club según una ley muy conocida en el mundo del fútbol, la ley del reparto de comisiones. Una ley que hace felices a unos cuantos medradores y que acaba por desmontar equipazos, convirtiéndolos en caricaturas de lo que un día fueron.

Así pasamos, con la excusa de que había que obtener ingresos para ir afrontando la enorme deuda, de tener un equipo con mayúsculas, en el que todos se partían la cara por defender el escudo, a tener un equipo al que ya no se le pedía competir por ganar títulos, sino entrar entre los cuatro primeros de la liga para competir en champions y asegurarse los ingresos necesarios para seguir alimentando a Bankia.

Los jugadores que iban llegando se acomodaban de inmediato a tal situación en la que durante años, vivieron cómodamente, cumpliendo con el objetivo marcado sin despeinarse y convirtiéndose en un equipo que, ofreciendo el 50% de sus posibilidades, recibía premios económicos en forma de primas y reconocimiento de sus entrenadores y dirigentes, mientras la afición alarmada exigía que se volviese al estatus anterior, es decir, a la entrega total y  a la identificación del equipo con sus colores.

En pocos años se pasó de ser temido por los rivales a terminar a treinta puntos del campeón de liga con total normalidad y aceptación por parte del club. La falacia de clasificarse para la champions había calado hondo y ya nadie pensaba en ganar títulos. Habíamos bajado un escalón y seguíamos debiendo lo mismo.

La mentira continuó, veíamos salir a jugadores como Villa, Mata, Silva, Albiol, etc. y se nos seguía alimentando con la misma mentira, la de que en la época dorada del club se ganaban títulos sin estrellas de primer nivel. En su lugar llegaban jugadores que nunca darían el nivel que de ellos se podía esperar.

El entrenador, Unai Emery, hizo el mensaje suyo e inculcó a los jugadores, durante años, que el premio era clasificarse para entre los cuatro primeros, eso si, nunca pensaron que entre los cuatro primeros también estaban el primero y el segundo o, al menos que, terminar a treinta puntos del líder y caer eliminados en la fase de grupos de champions era un fracaso absoluto.

Así hasta que la situación llegó a ser insostenible, habían salido todos y ya no quedaban jugadores que sintiesen los colores (excepción hecha de algunos canteranos a los que no se les puede culpar del descenso de nivel del equipo). Las jóvenes promesas que, durante años, habían llegado al club para explotar y crear un Valencia competitivo, lejos de empaparse de la historia anterior, la del Valencia campeón, se habían ido acomodando a la mínima exigencia que les había dado el club.

Ya no quedaban estrellas por las que seguir sacando dinero, la calidad se había esfumado, la deuda seguía asfixiando y el equipo ya no llegaba ni a los puestos de Europa league. Era el momento de largarse, y así lo hizo Llorente, que salió del club un minuto antes de que se le cayese encima por derribo.

Llegó Pellegrino y fue incapaz de sacar a flote un barco que se había hundido hacía años y tras él fue Valverde quien ocupo el banquillo che. El "txingurri" quiso dotar al equipo de los valores perdidos, hacer del Valencia un equipo ganador y, durante unos meses, devolvió al valencianismo la esperanza perdida.

Con esa filosofía de trabajo y una política de fichajes adecuada el equipo habría recobrado la senda perdida. Pero Amadeo Salvo no congenió con Valverde y el txingurri se entregó, de forma errónea a Llorente (nunca debió entregarse a nadie) y acabó por firmar con el Athletic, saliendo del Valencia de una forma poco adecuada, con una rueda de prensa que borró de un plumazo todo el trabajo bien hecho con anterioridad.

Ahora da igual si entrena Pellegrino o Djukic, no importa si llega Manzano o Lippi, ni siquiera el loco Bielsa o el abuelo Aragonés pueden enderezar el rumbo de una plantilla que es todo menos un equipo. Hay que refundar el equipo y el camino pasa por una limpieza general (hoy no voy a hablar de lo que habría que hacer con quienes ocupan los despachos, simplemente hablo del tema deportivo) y comenzar de nuevo.

Necesitamos volver a nuestros orígenes, crear un equipo al que se le exija siempre estar al máximo nivel. Un equipo en el que los jugadores sean capaces de sentirse identificados y ello solo se consigue con disciplina, con trabajo intenso, con espíritu de lucha, con sanciones contundentes a quienes deshonran al club y con una filosofía de trabajo clara.

Necesitamos un Valencia en el que la columna vertebral esté formada por la combinación de jugadores de la cantera y tipos expertos, de primer nivel, que sigan con ganas de luchar por estar arriba. No necesitamos más jugadores acomodados, ni sinvergüenzas que durante años se rían del club, mostrando sus cualidades durante tres o cuatro partidos para inmediatamente correr al despacho del presidente a solicitar un aumento de ficha. De esos tenemos de sobra.

En pocos días, si no hay sorpresa mayúscula, algún grupo inversor desembarcará en el club y tomará las riendas del mismo. Habría que explicarle, sea quien sea el que lo compre, que el Valencia una vez fue grande; y mostrarle que fue lo que lo hizo temible, para por último pedirle que se ciña a esas señas de identidad, a las que nos hicieron grandes y que no caiga en el error del mercantilismo por el mercantilismo, porque esa fórmula nos ha llevado a donde estamos ahora, que no es otra cosa que la despersonalización del equipo, el descenso alarmante del nivel de competitividad y el acomodamiento de una plantilla a la que la palabra ganar le suena a concurso televisivo.

About Syed Faizan Ali

Faizan is a 17 year old young guy who is blessed with the art of Blogging,He love to Blog day in and day out,He is a Website Designer and a Certified Graphics Designer.

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