Semifinal espectacular de una selección española que tiene como mayor virtud el control de los tiempos del juego. El 3-0 ante la Rusia de Hiddink, de los Arshavin, Pavlichenko y compañia, demuestra que este equipo tiene madera de campeón. Se cierran los debates inútiles que bloqueaban el camino de la selección. Trabajar tranquilo es trabajar bien y en esta ocasión la prensa no puede más que rendirse a la evidencia. Aragonés apostó por los que están y los que juegan, el carro se quedo en casa porque esta selección no va con carro sino con concorde.
La lesión de Villa en otros tiempos hubiese hundido la moral de los españoles, pero nada altera los planes de la roja. Villa lloraba en el banco, signo de que le dolía no estar en la final, mientras tanto, sus compañeros se crecían ante la adversidad y daban un auténtico recital de fútbol, de control del juego y del balón, de aceleración y frenado, de recuperación de balón, de magia y de efectividad.
España triunfó con Villa, gracias a sus goles progresó en la competición y cuando se rompió aparecieron Xavi, Guiza y un enorme David Silva. El pequeño canario ha hecho olvidar a los Modric, Arshavin, Podolski y demás, porque Silva tiene la magia de los futbolistas canarios y la regularidad de los alemanes. Espectacular durante toda la Eurocopa y superior en el día de hoy.
España está en su tercera final de una Eurocopa y en ella los valencianistas son protagonistas. Marchena es el profesor, Silva el pintor y Villa en Killer, sin ellos España sería otra selección.

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