Hacer feliz a Villa

Cuando Llorente decidió hacerse fuerte y no vender a David Villa sabía que se estaba ganando a gran parte de la afición . Con el favor del aficionado por la permanencia del asturiano lograría frenar el pánico a la desintegración del equipo, generar confianza y atraer al aficionado a la ampliación de capital del club, auténtica piedra angular del mandato de Llorente.

Se hacía necesario ingresar "cash" y de ahí la salida de Albiol al Madrid, a pesar de ser canterano y de la tierra, su posición sobre el campo y la cantidad percibida hicieron que la afición no protestase, al fin y al cabo, todos somos conscientes de la situación económica del club.

La siguiente fase fue la de lograr la salida de jugadores que aportaban poco e ingresar algún que otro millón por ellos. Se fracasó como se fracasa cada año y las salidas no fueron a través de traspasos sino de cartas de libertad, abonando las rescisiones de contratos o a base de cesiones en las que el Valencia se hacía cargo de parte de las fichas.

Este fracaso en el traspaso de jugadores con los que el entrenador no cuenta ha imposibilitado la contratación de otros jugadores que puedan paliar los defectos crónicos de esta plantilla.

A Llorente el plan le estaba saliendo a medias, pero con la penosa imagen que el equipo ha dado en el trofeo Carranza, se le une un nuevo problema y este posiblemente es de mayor magnitud si cabe. Llorente apostó por mantener a Villa en el equipo, pero no bastaba con negarse a vender, había que convencer al jugador de que aquí sería deportivamente felíz y ello pasaba por formar un equipo competitivo en el que el guaje pudiese aspirar a ganar títulos.

Yo he visto al asturiano en ambos partidos, ante el Sevilla y ante el Cádiz y su rostro da que pensar. Su decepción es evidente, los refuerzos en el mediocampo no han llegado, se pierde el balón con suma facilidad, se recupera con gran dificultad y cuando hay que manejar, los movimientos son lentos, previsibles y en muchas ocasiones equivocados.

El Valencia está en manos de Ever Banega, un jugador que aparece y desaparece de los partidos con la misma facilidad con la que un día afirmó no querer volver a Valencia y al día siguiente afirmó que su deseo eratriunfar aquí porque se siente en deuda con el club.

Villa sabe que Ever no es el mediocentro que puede aupar al Valencia a los puestos que dan la posibilidad del éxito; Baraja y Albelda son dos reservas que pueden aportar algunos minutos pero nada más , en cuanto a Fernandés... lleva todo el verano pidiéndole a su representante que le encuentre un equipo, por lo que poco o nada podemos esperar de un jugador que no se siente implicado.

Por el momento el guaje expresa su disgusto en forma de muecas, pero la competición empieza esta misma semana y cualquier resbalón puede provocar que el guaje estalle. Llorente no ha cumplido la promesa personal que le hizo al guaje y la cuerda se empieza a tensar. Si el asturiano no es feliz, los problemas pueden tomar un caríz poco deseable.

La ampliación de capital está funcionando, se ha frenado el pánico a la desintegración de la plantilla, pero no se han corregido los defectos del año pasado y el guaje comienza a estar decepcionado. Sin Villa al 100% esta plantilla a duras penas podrá aspirar a puestos de Liga Europa (UEFA).