Los mejores a domicilio

El Reyno de Navarra es uno de esos campos incómodos para los equipos visitantes, un campo en el que la presión del público, pegado al césped, invita a la intimidación, al agarrotamiento y por qué no, al acongojo de los rivales de Osasuna.

Pero ayer el Valencia salió a imponer su ley, y vaya si lo hizo. Cuando Unai alineaba a Marchena y Albelda en el centro del campo ya intuíamos que el partido podía ganarse ahí, precisamente en a parcela central y a base de músculo. Lo que ´pocos podiamos intuir es que a la postre serían precisamente Marchena y Albelda quienes, con dos golazos, darían la puntilla a un equipo rojillo que, apenas transcurridos once minutos de juego, ya había probado la medicina del killer ché.

David Villa enchufó el primero, impuso la ley del más fuerte, o la del más listo en este caso y los de Camacho no ofrecieron más recurso que las patadas y el pataleo en forma de protesta arbitral. Por cierto, que dulce debe ser jugar en Osasuna y ver que sin hacer nada por ganar se culpa al resto del mundo antes a cualquier jugador.

El partido tuvo poca historia porque hubo poco rival, porque el Valencia salió a ganar, como debe hacer cada jornada y porque las cosas, desde que Llorente le dio un toque a Unai, parece que se están haciendo con cierta lógica.

Pero a pesar de la victoria, no puedo dejar de mencionar mi desacuerdo en cuanto a la sanción a Miguel, el portugués, además de levantarse tarde (desconozco si se acostó tarde o no), se libró de viajar a Pamplona y de jugar un partido que, por lo demostrado hasta ahora, poco parece que le apeteciese jugar. Por mi parte, las sanciones deben ser económicas y a trabajar debe acudir todo el mundo, es más, si en vez de castigarle con no jugar se le castigase con entrenamientos dobles, puede que el portugués empezase a plantearse las cosas de otra manera.

El Valencia es cuarto, sabe jugar léjos de Mestalla, de hecho es el equipo que más puntos ha sumado a domicilio, pero sigue sin terminar de definir su juego en Mestalla. Esperemos que los de Unai empiecen a creerse que pueden estar arriba y que trabajen para ello de principio a fin de los partidos, en todos los partidos, de lo contrario, cualquier relajación les devolverá a tierra de nadie, el lugar donde las dudas se multiplican a ritmo vertiginoso, el lugar a donde nadie quiere regresar.

Pro último, esta jornada ha servido para determinar algo de suma importancia, lo que cuesta lanzar un objeto desde la grada. Os cuento: si el objeto es una moneda y se lanza sobre un juez de línea pueden pasar dos cosas, que el campo sea Mestalla, en ese caso se sanciona con 6.000 euros y se suspende el partido para reanudarlo días después  a puerta cerrada o en de que el estadio sea otro distinto, que quede sin sanción.

También puede suceder que la moneda caiga en el rostro de un entrenador, caso de Pellegrini la pasada semana, o de un portero, caso de Cesar ayer, en el primer caso no habrá cierre ni suspensión del encuentro, simplemente se abonará una multa de 150 euros y en el segundo caso se sancionará con tarjeta amarilla para el portero que recibió el monedazo. ¿Quien lo puede entender?