Tras el repaso sufrido en la copa, llega la liga. El Valencia se enfrenta el próximo domingo a las 21:00 horas a su vecino de ciudad, de un derbi a otro. Esperemos que este sea distinto. Una vez visto que la humillación sufrida en el Madrigal no ha tenido consecuéncias, no queda otra que mirar hacia adelante, taparse la nariz y continuar como si no hubiese ocurrido nada, hasta que se vuelva a repetir la misma historia. Pero, por si acaso, que no se les ocurra perder.El club atraviesa un momento complicado, y no hablo de lo económico sino de la dirección deportiva. Llorente está harto de Unai, Unai se siente incapaz de dominar el vestuario y Braulio no se atreve a proponer un cambio de entrenador. Unos por otros y la casa sin barrer.
Son muchas las voces que hablan de la conveniencia de mantener al entrenador hasta el final de temporada, al menos así era hasta ayer antes del partido del Madrigal. Cada cual puede opinar como quiera pero, en mi humilde opinión, este equipo hace mucho tiempo que ha perdido el rumbo, da bandazos, gana partidos de forma agónica, con fútbol extraño y los pierde de una forma mucho más extraña aún. Nada es reconocible en este equipo excepto el caos.
No pasa nada, Llorente no quiere que pase nada. El presidente está por otra labor, puramente económica, cuestión que últimamente me tiene bastante desconcertado. No consigo entender como hace un mes en junta de accionistas se presentaba un informe en el que se hablada de riesgo real de declarar la ley concursal y pocas semanas después se ficha a un central por seis millones de euros y se asegura que se van a pagar otros 10 por un delantero y dos por un un portero (en plantilla están César, Guaita, Moyá y Renan). Llorente debería aclarar estas cuestiones, sobre todo a los accionistas que están pagando las acciones más caras porque hay que cubrir los intereses del préstamo que la Fundación obtuvo de Bancaja para comprar las acciones que ahora ponen en venta.
Lo dicho, tapémosnos la nariz, cerremos los ojos ante la evidencia y acudamos a Mestalla como si nada hubiese pasado, a aplaudir a los nuestros, para que nadie nos culpe de tener una afición que se cabrea por nada y que es poco comprensiva con los suyos. No hay que ser exigentes, basta con mirar para otro lado y dejar que gente con poco o nulo sentido de la responsabilidad y de la profesionalidad siga destruyendo la imagen de un club con 90 años de historia. No pasa nada, que lo hagan, pero cuando el club desaparezca, que los que ahora nos tachan de exigentes no nos tachen de indolentes, por haber dejado morir al club, cuando éste agonizaba.
Es verdad, algunos nos acusan de que pitamos mucho al equipo, pero a veces da la sensación que aún les exigimos poco.. El club de arriba a bajo es un desastre y no tiene rumbo. Lo mismo que el Villarreal... eso si es hacer bien las cosas. Saludos.
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