El Valencia cuajó un magnífico encuentro que le sirve para mantener el liderato de la liga

La primera mitad fue una oda al fútbol por parte de los de Emery. La banda izquierda soportó el peso del partido con Jordi Alba y Mathieu inconmensurables, desbordando cuantas veces quisieron a la retaguardia blaugrana.
El centro del campo, Banega y Albelda borraron del mapa a los Xavi, Cesc y Messi que, durante la primera mitad, se vieron superados en todas las facetas del encuentro por sus rivales. El Valencia presionaba arriba, cerraba los espacios y dificultaba la salida del balón azulgrana. Las recuperaciones en tres cuartos del campo posibilitaban la entrada por banda de los puñales valencianistas. Alves fue un mero espectador.
Por banda izquierda, como no, llegaron los dos goles del Valencia, con dos internadas de Mathieu que cuajó una excelente actuación y que en la segunda mitad, al ser sustituido por Jonas, recibió una ovación de gala con el público de Mestalla puesto en pie.

Pero el rival era el Barça, el campeón de liga, el campeón de Europa, el mejor equipo del planeta y por mucho que el Valencia se dejase el alma en el empeño, que lo hicieron, el equipo de Pep siempre encuentra recursos para reinventarse en los peores momentos.
Tras el primer golpe de los de Emery, el FCB respondió de inmediato con gol de Pedro que se metió hasta la cocina valencianista. Pero el Valencia no se amedrantó, todo lo contrario. Sacaron pundonor y pusieron una marcha más. La maquinaria valencianista funcionaba a la perfección. Banega, erigido en director de orquesta, daba sentido y velocidad al juego ché que, como si de un reloj suizo se tratase, movía todos los engranajes con absoluta precisión. El segundo gol, esta vez de Pablo Hernández, dejaba las vergüenzas azulgranas al descubierto. Mathieu lo había vuelto a hacer y Pablo, que la pasada temporada marró un mano a mano con Valdés, esta vez si aprovechó la ocasión.
La segunda mitad comenzo por los mismos derroteros. Pero como era de esperar, Pep movió ficha, por partida doble. La entrada de Villa y Adriano le daba mayor punch a los culés y el cansancio comenzaba a hacer mella en un Valencia que jamás dejó de pelear un balón.
La lucha, hasta ese momento del lado valencianista, comenzaba a equilibrarse y con el paso de los minutos las ocasiones para los de Guardiola comenzaban a aparecer. Fue el momento de la defensa en mayúsculas. El sistema defensivo, que comenzaba con la presión arriba sobre los centrales, dejaba fundido a Soldado, que no marcó (tuvo una ocasión a puerta vacia que falló de forma incomprensible), hizo un trabajo en ataque y defensa digno de elogio, hasta el punto que terminó exhausto. Tino Costa, que relevó a Albelda en el descanso, acompañaba a Banega en funciones defensivas y ofensivas. la línea de atrás veía como el trabajo se le multiplicaba. Victor Ruíz y Adil Ramí se covirtieron en dos auténticos colosos hasta que, en una de aquellas, Messi se inventó un pase imposible para que Cesc Fábregas, solo ante Guaita, alojase el balón en el fondo de la red y lograse poner las tablas en el marcador.

El soberbio partido del Valencia hace que se abra el debate sobre la candidatura al título de los de Emery. No tanto por haber conseguido mantener el liderato ante el campeón, sino porque, por primera vez en mucho tiempo, el Valencia ha dado muestras de ser un equipo grande.
Creyeron en la victoria y la buscaron con ahínco como hacen los grandes equipos, jugando el balón cuando era posible y presionando en toda la cancha cuando lo tenía el rival y evitando que el campeón tuviese espacios y tiempo para pensar.
Se escaparon dos puntos pero se ha ganado muchísimo en credibilidad. La solidaridad de todo el equipo, el esfuerzo colectivo, remando todos a una, tanto en ataque como en defensa y la sensación de equípo sólido y valiente que hoy ha dado el Valencia les hace dar un salto cualitativo como equipo y al club como entidad.
El Valencia jugó como un grande ante el más grande y en muchos momentos fue superior al campeón. No se ganó, pero el aficionado ché, esta noche salió de Mestalla orgulloso de su equipo. Hoy el Valencia se comportó como debe hacerlo el líder de la liga BBVA. Este es un lider de muchos quilates.
Hola compañero de blogosfera, ante todo, enhorabuena por el pedazo de partido que habéis hecho esta noche. Soy un aficionado al Sevilla FC y, como tú, tengo un blog en el que comento la actualidad del equipo.
ResponderEliminarTengo una sección en mi blog que trata sobre cómo nos ven los aficionados al equipo con el que vamos a jugar y me gustaría pedirte que me hicieras un análisis, unos comentarios o impresiones que te da el partido que nuestros equipos van a jugar.
Por supuesto, si así lo deseas, yo también haré con gusto lo mismo con tu equipo.
Gracias de antemano, espero tu respuesta en
http://silbatosevillista.blogspot.com/
o bien en mi correo
you.suxx@hotmail.com
Un saludo!
Perfectamente explicado. Ojalá se hubiera ganado, aún así un Valencia perfecto que queremos ver en los próximos compromisos. Hay que sentirse orgulloso del trabajo realizado y esperar que se siga en esta línea. Saludos y Amunt Valencia!
ResponderEliminarEste Valencia dará mucha guerra. Me encantó la actitud del Barça, jamás se dieron por vencidos... QUE GRAN EQUIPO TENEMOS!
ResponderEliminarSaludos.
Gabriela, tienes razón, teneis un gran equipo, pero eso lo sabemos todos desde hace años. La Noticia, y por eso lo destaco, es que también nosotros tenemos un equipazo y hoy se ha demostrado. Desde anoche al VCF se le mira con otra cara. No se si será flor de un día, pero el nivel de jugo que alcanzaron ayer, pocos equipos son capaces de alcanzarlo. Saludos.
ResponderEliminarAmigo del blog sevillista, lamento decirte que en estos momentos no puedo colaborar con ningún blog por razones de tiempo. Quizá en otro momento. Saludos y gracias por visitarnos.
Me quedo con una de tus últimas frases que dice que se perdieron dos puntos pero se ganó credibilidad.
ResponderEliminarAhora falta que no se escapen puntos tontos en campos como los del Getafe, Rayo, Osasuna, Real Sociedad, etc...
Contra el Sevilla hay que mostrar la misma actitud.