Unai Emery arremete contra la afición

Rueda de prensa integra de Unai Emery

Cuando el equipo no es capaz de enganchar al aficionado es este quien debe tirar del equipo. Esa es la teoría de  Unai Emery. El técnico de Hondarribia agota sus últimas semanas como entrenador valencianista y tras cuatro temporadas en las que su equipo se ha mostrado incapaz de generar ilusión y de mostrar un estilo de juego definido, lejos de hacer autocrítica, lanza una arenga a la afición quien, al parecer, ya no puede expresar lo que siente, sino que tiene que hacer lo que el técnico quiera que hagan.

Unai Emery arremete contra la afición valencianista

Es curioso observar las reacciones de Unai. Un buen tipo, un tipo trabajador como pocos entrenadores, pero que no ha aprendido que el fútbol es un deporte en el que, además de atacar, hay que defender. No ha aprendido que los partidos de liga no se juegan como eliminatorias y ni siquiera ha conseguido aprender que donde hay que ganar todos los partidos es en el propio estadio, aunque solo sea por respeto a la afición que paga una entrada, al socio que paga su abono.

Unai tiene razón al afirmar que la afición debe apoyar al equipo, pero tras cuatro temporadas de continuos estrépitos y de un juego a veces triste y a veces delirante; la paciencia se agota. Puede que Unai no entienda las críticas porque ve al equipo en la tercera posición y cree, como toda la plantilla, que están cumpliendo el objetivo.

Lo que ellos ven como un mérito es precisamente el mayor defecto y lo que ha terminado por exasperar al aficionado. Ser terceros no es un objetivo sino una obligación. El objetivo debe ser competir al máximo en todos los partidos, buscar la victoria desde el minuto uno de cada encuentro, jugar con agresividad sobre el tapete y sobre todo, imponer un estilo de juego que inspire respeto al rival.

El Valencia no ha conseguido nada de esto en los últimos cuatro años y por mucho que a Unai o a Llorente se les ocurra culpar a la, cada vez menos numerosa, afición que pita en Mestalla, ambos saben que la culpa es suya, que el club y el equipo no tienen personalidad y que hace mucho, mucho tiempo que viven una realidad muy distinta a la del aficionado que soporta, semana tras semana, derrotas bochornosas en su estadio, ante equipos de entidad menor.

Se irá Unai, vendrá Pochettino o quién quiera que sea el elegido de Llorente, pero los problemas continuarán. Porque al final, lo que manda es la gestión del club y Braulio seguirá fichando jugadores de coste cero que nunca han jugado competición europea, para los cuales disputar un minuto de champions significa la gloria y quedar terceros el no va más. Hasta ahí llega la ambición del equipo porque esa es la ambición del presidente. Jugar las competiciones que permitan ingresar las cantidades necesarias para que los acreedores le mantengan en el sillón de la presidencia. Lo de exigir pelear las victorias es cosa de la afición, que para Unai y Llorente son los únicos que permanentemente tienen que darle cosas al club.

Esta semana toca el Getafe y no sabemos si será melón o calabaza. Para el caso...