El jugador castellonense llegó al Valencia sin hacer ruido y del mismo modo se marchó. No le sobraba calidad, pero a voluntad y esfuerzo no le ganaba nadie. Siempre comedido, aceptando las decisiones de su entrenador y peleando por revertirlas cuando estas no le eran favorables.
Sacrificio, profesionalidad, esas eran las señas de identidad de un jugador que, cuando el Valencia prescindió de él se marchó como llegó a la ciudad del Turia, sin hacer ruido y agradecido a todo el valencianismo.
El Valencia de hoy es un equipo venido a menos, un equipo que ha ido perdiendo calidad con el paso de los años y con la acumulación de ventas de jugadores importantes, por eso, a quienes defienden la camiseta del equipo che, hay que exigirles , para suplir esa falta de calidad, un esfuerzo continuado, un compromiso absoluto.
Tenemos un Valencia con jugadores que, de no ser por la crisis económica que el equipo atraviesa, no habrían lucido el murciélago en el pecho ni en el mejor de sus sueños, por eso hay que exigirles mayor compromiso y mayor respeto aún.
Sacrificio, profesionalidad, compromiso, voluntad, esfuerzo... precisamente lo que el valencianismo reclama de los suyos, algo que jugadores como Gago, Feghouli y, por supuesto, Adil Ramí, no conocen y dudo mucho que lleguen a conocer.
Adil Ramí puede denunciar al club, está en su derecho, como lo está cualquier persona que opine que no se le ha respetado en su trabajo. Pero Adil Ramí es consciente, como lo somos todos, de que su falta de implicación, de compromiso y respeto hacía todos los estamentos del club y hacia la afición valencianista es más que evidente. El central francés no merece volver a vestir de corto con el Valencia y espero que no lo vuelva a hacer. Hoy, más que nunca, se hecha de menos la honradez de tipos como Ángel Dealbert
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