Presentación de la maqueta del Nuevo Mestalla.

Maqueta de los cambios a realizar en el nuevo estadio

Hoy hemos asistido al paripé de la presentación de la nueva maqueta del "nuevo estadio". Un estadio al  que, siendo realistas, lo de nuevo se le queda viejo.

Y digo paripé porque, por mucho que Salvo esté trabajando en estas cuestiones, lo realmente importante es salvar la situación financiera del club y obtener el dinero necesario para afrontar las obras.

Lo del marketing está bien, es más, considero que es muy necesario, pero en los tiempos correctos y en su justa medida. ¿De que sirve anunciar algo que es ficticio?. Por el momento el nuevo estadio sigue siendo una quimera, antes y después de la presentación del nuevo proyecto. Es tiempo de ser pragmáticos y mostrar hechos consumados, realidades; el aficionado valencianista está muy cansado de promesas y de " esta tot embastat, en quince dies estara tot fet".

Amadeo Salvo hace bien en recorrer medio mundo en busca de dinero, sponsors y contratos. Hace bien trabajando en el diseño del nuevo estadio, pero no hay que vender la piel del toro antes de matarlo. Hoy por hoy, la finalización del estadio es inviable y lo de hoy no es más que vender humo, falsas esperanzas para tapar las deficiencias que el equipo presenta.

El Valencia está atravesando una crisis de identidad alarmante, tanto fuera como dentro del terreno de juego. Si hay una forma de acabar con la de fuera es trabajar duro para tener un equipo competitivo, con señas de identidad, que pelee por títulos. Un producto atractivo, con valor añadido, capaz de convencer a inversores y marcas, de que vale la pena invertir en este proyecto porque el club puede ser un escaparate mundial de primer nivel para sus empresas.

A día de hoy invertir en publicidad, unir una marca a la del Valencia, supone aparecer en noticias negativas a diario. Sin duda ese es el gran problema del club. Mientras Salvo no entienda esto y se arremangue para crear un gran equipo, lo demás no llegará. Para vender algo hay que tener producto y el nuestro, por desgracia, está muy devaluado.