Hoy se cierra el plazo para presentar ofertas vinculantes para la adquisición del VCF y la sensación que tenemos todos es que esta primera fase, que se ha alargado y estirado como si de un chicle se tratase por la falta de transparencia de Bankia, no ha servido de nada.
El aficionado valencianista observa con desconfianza el proceso de venta. Razón no le falta. La supuesta confidencialidad del proceso saltó por los aires en el minuto uno y las filtraciones se suceden una tras otra. En realidad ya no es posible distinguir entre la verdad o la mentira interesada y por eso, el valencianista asiste atónito al proceso chapucero y manipulado de la venta de su club.
Los rumores apuntan a que la oferta que presentará Bankia, a través de KPMG, proviene de un fondo de inversiones americano llamado Cerberus Capital (fondo buitre), tras el cual está la familia Aznar, Rodrigo Rato y hasta Juan Villalonga. Como es de suponer, por mucho que la operación se camufle y se diga que no son estos sino unos árabes quienes están detrás de este fondo, la cosa huele a chamusquina y es que, miremos por donde miremos, la sombra de Bankia y del Partido Popular es alargada, muy alargada y en ocasiones hasta tenebrosa.
Por eso, por mucho que a Salvo se le esté tachando de populista, de utilizar el sentimiento de la afición para aferrarse a la presidencia, el valencianista medio espera que este aparezca con un comprador de la mano, que evite que el Valencia CF caiga en manos del poder central.
Quedan pocas horas para que la primera parte del proceso se cierre y todo son incónitas, no obstante, el aficionado sabe que algo huele a podrido y que, por mucho que intenten vendernos transparencia, aquí hay gato encerrado y es que, cuando en la mesa se sientan uno o más tramposos, no hay partida de cartas que acabe bien.
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